Me encanta hacer fotos a los niños, desde muy pequeños ya tienen su personalidad a punto de estallar. Son impredecibles, y eso me encanta.
Ellos deciden qué carita poner, cuando y cómo, y yo sólo tengo que estar ahí, con mis cinco sentidos atentos para no perdérmelo.
Rubén es una lagartija, no para un segundo, y es que a sus añitos es normal.
Sofía es más tranquila y risueña, como una muñequita que se deja colocar.
Los dos hermanos tan distintos y, seguro que con el tiempo, tan parecidos.
Gracias familia.